

No nos damos cuenta pero cuando sonreímos aligeramos la carga a quienes nos rodean. Cuando vamos por la calle, en el trabajo, en la casa, en la universidad. La felicidad del cristiano es una bendición para los demás y para uno mismo. ¡Quién tiene a Cristo en su vida no puede estar triste!
Para mí el amor al prójimo sería que Dios tiene a sus ángeles dispuestos a servirle en cualquier situación e intervenir en el mundo espiritual, pero Dios nos ha dado la hermosa tarea de: Ser las Manos de Dios y Servir de bendición para otras personas. Nosotros no tenemos ni idea de las luchas que pueden estar afrontando nuestros semejantes, por lo tanto, debemos pedirle a Dios sensibilidad para ser las manos de Dios y el rostro de Dios. A veces una sonrisa, una mirada, una palmada, un gesto amable, una ayuda, un abrazo, un escuchar atentamente: Cambia el día de una persona, Evita un suicidio, Alimenta, Provee, Conforta, Da esperanza